lunes, 21 de marzo de 2011

... ... ...

uuuta tanto tiempo si pasar por acá... y sin mucho qué contar. Ando enferma, ando caliente, ando sintiéndome un poco gorda, ando con una enorme hueva, ando con deberes atrasados, ando con planes, ando pobre, ando con ganas de unas cervezas, ando pensando qué haré...

pero la hueva se impone, así que bye bye.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ya no quiero sumir la panza!!

No estoy gorda ni estoy flaca, soy más bien término medio. Una vez leí un cuento de una escritora chilanga que hablaba de lo mediocre que se sentía porque siempre queda a la mitad de todo: ni tan fea ni tan linda, ni tan rica ni tan pobre, ni tan exitosa ni tan fracasada, ni tan feliz ni tan desdichada… en fin, me identifiqué con ese texto. De repente me siento a la mitad de todo y por eso me siento mediocre [además de patética como ya he escrito en otras ocasiones]. La cosa es que quiero adelgazar pero dejar de comer es un gran sacrificio. Bueno, ya estoy comiendo menos y dizque sanamente (no sodas, no pan, no comida rápida chatarra, no frituras).

Cuando entré a la universidad pesaba 38 kilos (y mido 1.49 mts así que no me veía enferma ni nada de eso) y ahora peso como 10 kilos más, que de todos modos no es tanto (dicen). Y a veces hasta me siento mal de ser tan “superficial”, porque la mayoría de mis amigas son llenitas y por eso hablar con ellas de que quiero bajar de peso es imposible, porque me consideran “delgada”. Yo, por mi parte, a veces me siento un marrano, pero sólo yo lo veo así (lo cual es obvio porque sólo yo sé lo que es vivir en este cuerpo y sólo yo me doy cuenta de cuando alguna prenda ya no me favorece).

Es que en este mundo tan desigual a las mujeres se nos ha achacado eso de la “perfección” mientras que los hombres parece que pueden ser como sea, se les perdona si son gordos, flácidos, feos, desarreglados, de mal gusto… Pero a las nenas se nos critica tan duramente si somos cualquiera de esas cosas, en especial otras nenas que nos juzgan en la calle. Es mucho estrés. Superficial si quieren, pero estresante de todos modos.

¡Ya no quiero estar sumiendo la panza para aparentar delgadez, ya no quiero tener panza y punto!

martes, 14 de septiembre de 2010

hormigas narcas (o narcohormigas)

Últimamente hay muchas hormigas en mi casa. Andan buscando llevarse todo lo que encuentran. Pero “nosotros los pobres” no tenemos guarniciones alimenticias ni para nosotros, así que menos para ellas. Y andan como locas. Mi novio dice que seguro nos espera un invierno más cabrón y por eso las hormigas se están preparando con tanta antelación y tanta desesperación. Las ves en el baño, en la sala, en la alcoba, en la cocina… en todos lados. Con frecuencia me tengo que quitar alguna del brazo o del cabello. La otra noche, después de pachequear, vimos que las hormigas se estaban llevando unas ramitas verdes, unas moronitas que cayeron del cigarrillo, y me pregunto ¿ya andarán de narcas? Capaz que andan tan desesperadas que ya le entraron a eso del tráfico de psicotrópicos naturales, capaz que hasta se andan matando entre ellas por contrabandear la sustancia, o ¡capaz que se crea alguna sociedad con hormigas secuestradoras, hormigas adictas, hormigas capos…! Puede ser ¿no? Con eso de que son bien truchas y organizadas...

martes, 7 de septiembre de 2010

love lovin' you

mmmm cómo me gusta montarme en él, oh sí!
Es un cumplido difícil de decir, pero mi cónyuge es el mejor amante que he tenido by far... casi-casi puedo asegurar que antes de conocerlo no conocía los orgasmos, y no era yo ninguna primeriza en eso del amore. De hecho, la primera vez que apañamos (ya saben, puro toqueteo cachondo en su carro) llegué al clímax rápidamente, y me dio tanta pena que no pude decir nada, sólo me reía como idiota mientras él me preguntaba "¿qué?". De eso ya como 8 años... y desde entonces seguimos enculados jojojo. Ufta, cómo me calienta, me encanta!!! Estimula mi cerebro y mi cuerpo como nadie. Mmmm. Mejor aquí le paro.

lunes, 30 de agosto de 2010

Me da asco menstruar

He notado una constante en mis dos primeros post de este blog y es que los he escrito durante mi periodo menstrual. El primero lo hice el veintitantos de julio (sólo que lo publiqué en agosto) y el anterior el veintitantos de agosto, un mes después, justo en el periodo que más detesto. Ya hasta creo que cuando ando “en mis días” es cuando menos me quiero y por ello es cuando me considero patética e idiota, y a lo mejor no es una apreciación objetiva. ¿Falta decirlo? Soy tan voluble cuando me desangro por la vagina (como todas las mujeres en edad reproductiva). Me dramatizo más de lo habitual, reacciono con lágrimas a los desplantes de mi novio cuando “normalmente” diría Bájale de huevos, y me siento asquerosa: inflamada, fea, apestosa… todo me es incómodo. Para acabarla de fregar me pongo caliente y por supuesto no puedo hacer nada, allá abajo se vuelve un lugar invisitable, indeseable, intocable… ni al vibrador le quiero hacer el daño de traumatizarlo. ¡Y los cólicos! ¡Los malditos cólicos! No, no, no. Todo un martirio. He leído en teorías psicosomáticas que los cólicos responden a un patrón de pensamiento donde una niega su feminidad. ¿Será? Me gustan algunas mujeres, lo admito, pero no niego mi feminidad: (los días en que no estoy menstruando) me encanta ser delicada, maquillarme, lucir sexy, despertar pasiones, hasta competir con otras mujeres por obtener atención en algún lugar público. Así que no creo que por eso la naturaleza me castigue con tremendos cólicos. Lo bueno es que se trata de unos cuantos días. ¡Pero qué largos son esos días! Tan largos como los pelos que me dejo de depilar por aquella zona mientras me desangro, porque why bother? si prácticamente es zona clausurada, zona de desastre. Sólo unos días más, ten paciencia, falta poco y después… a darle vuelo a la hilacha. ¡Ah! Otra cosita: los productos de higiene femenina son cada día más caros, yo pienso que deberían estar subsidiados por el gobierno ya que se trata de un asunto de salud pública (y púbica). ¡He dicho!

viernes, 27 de agosto de 2010

insegura, tonta, temerosa, enojada, triste

A veces así me siento.
Debo admitir mis inseguridades. No sé si DEBA hacerlo. Nadie me obliga. Pero tampoco nadie me pregunta qué siento.
He creído que debo ser fuerte. He estado en contra de los que se victimizan y por eso he creído que no me debo quejar. Hasta me he burlado de los quejumbrosos. Y por eso no me he permitido reconocer mi tristeza, mi enojo. Estoy viviendo el luto de la pérdida de un empleo. Uno en el que duré años. Y por más que justifico que todo está bien o que todo va a estar bien, en realidad veo un entorno incierto que me asusta, un entorno que me hace aflorar miedos y pesimismos. Sí me entristece que me hayan corrido, en verdad, sobre todo porque fue un despido por cuestiones personales y no por mi capacidad. Y me entristece que todos crean que ya lo superé, pero no los culpo, yo misma he actuado como si así fuera. No quiero buscar trabajo. Tengo miedo al rechazo. Pero como todos necesito dinero y tengo que armarme de valor algún día para salir a buscar otro empleo. En momentos así hasta pienso que quizá no debería ser feminista y debería ser mantenida, para dedicarme al hogar, para que nadie me juzgue si fracaso. Tengo tristeza “profesional”, y me siento sola en este sentir. Habría que vivir lo mismo que yo, haber sentido la misma pasión que yo sentía por lo que hacía, para comprenderme. Si no todo queda en abstracto, en conceptos, en teoría. Me hago la valiente, la que todo le vale, y en realidad así suele ser pero no constantemente. Tengo recaídas. Hay días o momentos del día en que me siento muy apachurrada, sin ganas de hablar… O también hay días o momentos del día en que me he sentido apachurrada y CON ganas de hablar, pero no lo hago porque no quiero ser juzgada como débil, como tonta. Esto seguro confirma lo anterior que escribí: soy patética. Heme aquí en el anonimato, publicando para un blog que nadie leerá, desahogándome. Luego se me pasará. Como siempre. Igual y no es el luto laboral lo que me acongoja, ha de ser el síndrome premenstrual.